Estoy muy contenta de que el otro día decidiéramos
montar un blog y, más aún, de que Carlos tuviera el acierto y la generosidad de
ponerlo en marcha con esa rapidez y eficacia.
Me gustaría mucho que nos animáramos a mandar
escritos con aprendizajes, experiencias, ideas, comentarios de libros, de películas,
de hechos… Hay mucho que comunicar y comprobamos cada vez que nos vemos que,
como dice Antonio Cervantes y comprobamos todos, entre nosotros se hace fácil y
agradable.
Este magnífico cuadro de Valdés Leal, “In
ictu oculi”, que tenemos la suerte de que las tropas de Napoleón no se llevaran y pueda seguir colgado en la iglesia de la
Caridad de Sevilla, nos lleva irremisiblemente a componer esta frase tan real,
tan manida por predicada, pero tan intensa y desgarradora: ¡Cómo pasa el
tiempo! Y es que el otro día nos reunimos para celebrar los ¡40! años de la
terminación de nuestra carrera, que se han pasado como dice el título del
cuadro en castellano: “en un abrir y cerrar de ojos”.
Mando este
primer comentario pensando tanto en los que nos hemos jubilado como en los que aún
estáis en activo, pero tenéis la jubilación en un horizonte bastante cercano.
Cuando el tiempo es un regalo
No se me
ocurre que pueda haber una recompensa mejor a los años de trabajo que convertirte
en dueña de tu tiempo.
Siempre de
un lado a otro para hacer tantas cosas que ahora no sabemos cómo era posible: familia,
trabajo, deporte, formación, actividades extra, tantos desplazamientos y, de
pronto… todo el tiempo para ti.
Creo que,
como la mayoría de vosotros, he vivido mi carrera profesional sin pensar en la
jubilación como en “el cielo que me tienes prometido”, emulando los hermosos versos
de Santa Teresa. Por eso ahora me siento
gratificada e ilusionada en lugar de liberada; y es que el sentimiento de
gratitud -que no de conformidad- me ha llevado siempre a apreciar lo que tengo.
Así, no tuve que terminar los años de universidad para comprender el privilegio
que suponía poder ir a ella en mi época y en mi entorno social, ni perder a mi
madre para tener la certeza de que nadie nunca me iba a querer como ella.
Vivo mi
presente como un regalo; no siento vacío ni vértigo, sino una gran responsabilidad
por cumplir el objetivo personal de emplear mi tiempo en cosas que me
satisfagan y que sean útiles y gratificantes, tanto para mí como para los que
forman mi entorno.
Dos miradas. Mª Jesús Pérez Villar |
Y miro al futuro con ilusión, consciente de que me
aguardan malos momentos -quizá los peores de mi vida- pero dispuesta a estar ojo
avizor para que no se me escapen los buenos que el destino me depare.
Espero que algunos de ellos, de los buenos, sean
con vosotros, con la Décima.
(Remitido por pepa Guerrero)