viernes, 25 de octubre de 2019

Cuando el tiempo es un regalo



  Estoy muy contenta de que el otro día decidiéramos montar un blog y, más aún, de que Carlos tuviera el acierto y la generosidad de ponerlo en marcha con esa rapidez y eficacia.
  Me gustaría mucho que nos animáramos a mandar escritos con aprendizajes, experiencias, ideas, comentarios de libros, de películas, de hechos… Hay mucho que comunicar y comprobamos cada vez que nos vemos que, como dice Antonio Cervantes y comprobamos todos, entre nosotros se hace fácil y agradable.

  Este magnífico cuadro de Valdés Leal, “In ictu oculi”, que tenemos la suerte de que las tropas de Napoleón  no se llevaran  y pueda seguir colgado en la iglesia de la Caridad de Sevilla, nos lleva irremisiblemente a componer esta frase tan real, tan manida por predicada, pero tan intensa y desgarradora: ¡Cómo pasa el tiempo! Y es que el otro día nos reunimos para celebrar los ¡40! años de la terminación de nuestra carrera, que se han pasado como dice el título del cuadro en castellano: “en un abrir y cerrar de ojos”.
  Mando este primer comentario pensando tanto en los que nos hemos jubilado como en los que aún estáis en activo, pero tenéis la jubilación en un horizonte bastante cercano.

Cuando el tiempo es un regalo
  No se me ocurre que pueda haber una recompensa mejor a los años de trabajo que convertirte en dueña de tu tiempo.           
  Siempre de un lado a otro para hacer tantas cosas que ahora no sabemos cómo era posible: familia, trabajo, deporte, formación, actividades extra, tantos desplazamientos y, de pronto… todo el tiempo para ti.           
  Creo que, como la mayoría de vosotros, he vivido mi carrera profesional sin pensar en la jubilación como en “el cielo que me tienes prometido”, emulando los hermosos versos de Santa Teresa.  Por eso ahora me siento gratificada e ilusionada en lugar de liberada; y es que el sentimiento de gratitud -que no de conformidad- me ha llevado siempre a apreciar lo que tengo. Así, no tuve que terminar los años de universidad para comprender el privilegio que suponía poder ir a ella en mi época y en mi entorno social, ni perder a mi madre para tener la certeza de que nadie nunca me iba a querer como ella.
  Vivo mi presente como un regalo; no siento vacío ni vértigo, sino una gran responsabilidad por cumplir el objetivo personal de emplear mi tiempo en cosas que me satisfagan y que sean útiles y gratificantes, tanto para mí como para los que forman mi entorno.

Dos miradas. Mª Jesús Pérez Villar
  Pero mi gran aspiración y leitmotiv sigue siendo APRENDER. Consciente del tiempo que se pierde en dar palos de ciego, aprecio sobremanera los consejos y aportaciones de personas que acumulan experiencia y conocimiento  y me encantaría que no solo hubiera guías de libros, películas o sitios que no puedes dejar de leer, ver o visitar, sino que juego con la fantasía de que las hubiera de personas que no puedes dejar de conocer o de situaciones que no puedes dejar de vivir. Contemplando el mundo a vista de pájaro -ahora podría decir de dron- pienso en las personas que necesitan justo lo que a otras les sobra o que sueñan con vivir lo que otras están deseando compartir y me las figuro llevando vidas paralelas o puntualmente tangenciales, viviendo la tristeza anónima de no llegar nunca a encontrarse o el sabor amargo de no haber sido capaz de cruzar al otro lado.

  Y miro al futuro con ilusión, consciente de que me aguardan malos momentos -quizá los peores de mi vida- pero dispuesta a estar ojo avizor para que no se me escapen los buenos que el destino me depare.

  Espero que algunos de ellos, de los buenos, sean con vosotros, con la Décima.

(Remitido por pepa Guerrero)